Rafa Gorrotxategi proviene de una familia que durante varias generaciones se ha dedicado al mundo de la confitería. Lo lleva en la sangre; es parte de su ADN. Si a ello le sumamos sus ganas de aprender, compartir y enseñar, su espíritu emprendedor y su gran vitalidad, obtendremos un cóctel que promete aportar mucho a la gastronomía en lo que se refiere a su especialidad. Comparto con vosotros una anécdota personal que me ayudará a definir a Rafa y que podéis contar a vuestros amigos cuando compartáis este chocolate hecho con tanta pasión: La primera vez que tuve tiempo de conversar un largo rato con él, entre otras cosas, me decía que en la antigüedad los confiteros también eran cereros y yo le comentaba que en el País Vasco la abeja, productora de la miel y de la cera, es tratada de forma diferencial -uno de los pocos animales que así se trata- por el propio idioma. La manera de dirigirse a ella es respetuosa -en euskera con los animales se utiliza una forma menos respetuosa (hika)- y entre personas se utiliza otra forma más respetuosa (zuka)-, la misma que con la abeja, y de hecho este insecto ocupa un lugar muy importante, diría sagrado, en los ritos funerarios vascos. Cuando moría el dueño de un caserío -el tradicional baserri-, la tradición ordenaba que un sirviente tomara un trapo negro y se acercara a la colmena más cercana de la familia y pronunciara la siguiente fórmula: “Erletxoak, erletxoak, egizue arrgizaria. Nagusi hil da eta behar da elizan argia” (Abejitas, abejitas, producid cera. El amo ha muerto y se necesita luz en la iglesia)”. Como decía, me sorprendió su sensibilidad por estos temas, por dar una visión más completa a sus productos y en esa primera conversación descubrí una persona con una gran curiosidad por saber y por dignificar y elevar la profesión a la que se dedica en cuerpo y alma. Después de haber pasado muchos años aprendiendo el oficio en la familia y en las Confiterías más importantes del mundo con grandes maestros como Antonio Escribá. Robert Linxe o Paco Torreblanca, podréis encontrar a Rafa en múltiples congresos sobre el cacao, chocolates, pastelería, etc. Siempre buscando aportar algo más al producto. No sólo una gran calidad, sino también una personalidad y una historia. Tomás González (01/06/2020)
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Rafa Gorrotxategi proviene de una familia que durante varias generaciones se ha dedicado al mundo de la confitería. Lo lleva en la sangre; es parte de su ADN. Si a ello le sumamos sus ganas de aprender, compartir y enseñar, su espíritu emprendedor y su gran vitalidad, obtendremos un cóctel que promete aportar mucho a la gastronomía en lo que se refiere a su especialidad. Comparto con vosotros una anécdota personal que me ayudará a definir a Rafa y que podéis contar a vuestros amigos cuando compartáis este chocolate hecho con tanta pasión: La primera vez que tuve tiempo de conversar un largo rato con él, entre otras cosas, me decía que en la antigüedad los confiteros también eran cereros y yo le comentaba que en el País Vasco la abeja, productora de la miel y de la cera, es tratada de forma diferencial -uno de los pocos animales que así se trata- por el propio idioma. La manera de dirigirse a ella es respetuosa -en euskera con los animales se utiliza una forma menos respetuosa (hika)- y entre personas se utiliza otra forma más respetuosa (zuka)-, la misma que con la abeja, y de hecho este insecto ocupa un lugar muy importante, diría sagrado, en los ritos funerarios vascos. Cuando moría el dueño de un caserío -el tradicional baserri-, la tradición ordenaba que un sirviente tomara un trapo negro y se acercara a la colmena más cercana de la familia y pronunciara la siguiente fórmula: “Erletxoak, erletxoak, egizue arrgizaria. Nagusi hil da eta behar da elizan argia” (Abejitas, abejitas, producid cera. El amo ha muerto y se necesita luz en la iglesia)”. Como decía, me sorprendió su sensibilidad por estos temas, por dar una visión más completa a sus productos y en esa primera conversación descubrí una persona con una gran curiosidad por saber y por dignificar y elevar la profesión a la que se dedica en cuerpo y alma. Después de haber pasado muchos años aprendiendo el oficio en la familia y en las Confiterías más importantes del mundo con grandes maestros como Antonio Escribá. Robert Linxe o Paco Torreblanca, podréis encontrar a Rafa en múltiples congresos sobre el cacao, chocolates, pastelería, etc. Siempre buscando aportar algo más al producto. No sólo una gran calidad, sino también una personalidad y una historia. Tomás González (01/06/2020)